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Edwin Sánchez | esanchez@elnuevodiario.com.ni


Ver a un actor al margen de la pantalla grande, ya cuando las luces se encienden, el público se va y la imagen se apaga, no deja de ser un capítulo que uno quisiera saltarse con todas sus páginas, más cuando ese artista nos dice: “Quisiera, desde esta entrevista con EL NUEVO DIARIO, que la Asamblea Nacional me otorgara una pensión de gracia”.

Es Hugo Hernández Oviedo, uno de los más talentosos actores de Centroamérica, cuyo nombre quedó registrado en siete películas, innumerables actuaciones en teatro y televisión, compuso además seis canciones, dirigió tres documentales y escribió libretos y todavía legó su propio sello en la Radio Mera Mera .

Hugo, el actor, ahora interpreta el retiro. Un papel difícil para un hombre cuya vida pública transcurrió delante de las cámaras, los micrófonos, los reflectores y los aplausos. Hoy, en el barrio Monseñor Lezcano, hace de la mesa casi un álbum de su vida, y las paredes dejan que hablen las grandes fotografías en blanco y negro de sus memorables roles.

Sus mejores homenajes, además del aplauso o la admiración del respetable público, fueron palabras como las que escuchó de Pablo Antonio Cuadra: “Es el Margarito que yo me imaginé cuando escribía Por los caminos van los campesinos”.

De oficio contador
Darle aliento a personajes que de otra forma podrían haber resultado planos ante el público demostró desde temprano que este leonés del año 1938 había venido al mundo a desempeñar las vidas de ficción que autores como Adolfo Calero Orozco creaban, aunque lejos de las tablas, en la sombra, trataba de desempeñar su propio papel de modesto administrador en las oficinas del Distrito Nacional. Ahí estaba un empleado deseoso de ver pintada en el reloj la una de la tarde para ir a recibir el curso de actuación y locución ofrecido por el profesor y escritor Julio César Sandoval o de estar bajo la dirección de Socorro Bonilla Castellón.

Desarrollar una carrera de actor en Nicaragua debe ser casi como un trabajo prohibido. Yo le pregunto a este hombre, quien conserva su voz bien modulada, que se oye como si narrara su existencia con ese timbre fantástico de los grandes narradores de radionovelas de los años 50 y 60, ¿cómo hace un artista para sobrevivir en el medio?
“Es imposible, tienes que tener algún oficio. Soy contador, y durante todo ese tiempo trabajé en varias partes. En la Nomar fui contador, y luego vendedor de seguros, y así llegue a la constructora que hizo el Teatro Nacional Rubén Darío, el Inter”.

Pasó luego a la contabilidad del Distrito Nacional, llevando los gastos de combustible de esa institución.

Trabajaba de siete de la mañana a una de la tarde. “Yo no perdí mi tiempo. En las tardes estudiaba en los cursos de Radio Mundial”. Don Hugo cuenta que en su época del DN le dieron la noticia de que sería parte del elenco de la primera película nicaragüense: “Milagro en el bosque”.

Fue uno de los primeros actores nacionales, cuya imagen se vio por primera vez en la televisión en noviembre de 1958, a través del canal 6. En 1963 se inscribió en el Curso de Teatro en Bellas Artes, bajo la dirección del profesor Alfredo Valessi, un exigente dramaturgo.

Con su don, debidamente pulido, se puede decir que HHO no es una obra de la casualidad, sino que sus personificaciones llegan a obra de arte. Directores de cine y teatro, tanto cubanos como mexicanos, valoraron su calidad interpretativa y, en la época de oro de la fotonovela mexicana, los directores sabían que el actor extranjero no les hacía perder ninguna fotografía: era un tiro seguro.

“Margarito” en obra de PAC
Actor que repudió en las películas llevar dobles, se atrevió a filmar escenas peligrosas, aunque significara caer rodando hasta 13 gradas, ensayarlas una y otra vez hasta domesticar el peligro. HHO decidió cargar de vitalidad a sus personajes y seguramente es de los que gustan del realismo en las escenas más riesgosas.

Su gran amistad con el actor mexicano César Sobrevals --quien vino a dirigir la Comedia Nacional con Socorro Bonilla, y se quedó en Nicaragua hasta después del terremoto de 1972-- le valió dirigir el programa de “El Rancho de Sobrevals”, en Canal 2.

Para la época, su historial ya era abultado, y aunque en una entrevista es difícil comprimir los episodios de un personaje como HHO, vale decir que un director cubano como Manolo Villamil reconoció sus cualidades innatas. Su facilidad para encarnarlos quedó expuesta cuando dejó el papel asignado en “Por los caminos van los campesinos” para hacer de “Margarito” con sólo haber visto a René Blanco (único actor muerto en el terremoto), cuando éste declinó por asuntos personales participar en la puesta en escena.

“Cuando dije: estoy saturado, hice teatro, televisión y cine en Nicaragua, decidí ahora: debo dar el salto a México”. Dos artistas contribuyeron a “hacerle cama” en el Distrito Federal, Sobrevals y Juan Ángel Martínez, quien fue parte del elenco pionero de la versión hispana de Plaza Sésamo.

Esa relación con Martínez le llevó a impulsar todavía en Nicaragua dos proyectos de fotonovelas, una de ellas recordada todavía por algunos como “Brenda”, donde hermosas actrices lucían sus encantos tales como la misma Brenda Basset y Lesbia Espinoza, constituyéndose así HHO en el iniciador de ese género editorial a mediados de los años 70 en Nicaragua.

Pasó prueba con ANDA
“Gonzalo”, tal era el nombre de Martínez en Plaza Sésamo, le invitó: “Cuando quieras llegar a México, llegas a mi casa y yo te ayudo con el cine mexicano”. Hizo un viaje a México y se hospedó en su casa, “y me presentaba en todas partes. Por él comencé a trabajar en fotonovelas, en Valle de Lágrimas, y otras. Compartí escenas con Capulina, pero debí poner en orden la visa de entrada, declarar que iba a trabajar”. Don Hugo reconoce: “Pero no creas, es difícil entrar al cine”.

Sobrevals lo conectó con la Asociación Nacional de Actores de México (ANDA), regularizó sus papeles, pero le pidieron tres cartas de recomendación de actores reconocidos, una fue del mismo Sobrevals, la otra de Martínez y ni José José lo dejó morir, ya que le ayudó a trabajar en México.

En 1986 hizo un casting, llevó su álbum, y en el escenario del Teatro “Jorge Negrete” debió someterse a un examen con parte del personal de la directiva de ANDA; “y si no pasa no hay nada”. HHO demostró su talento y pasó a trabajar en la película “Te solté la rienda”, con Humberto Cabañas; “Héroes de Mar”, dirigida por un “director energúmeno” llamado José Estrada.

Participó en el filme “Ángel del Barrio”, con Roberto Cobo. “Gracias a Dios me conecté a través de Ángel Martínez con mucha gente, entre ellos los hermanos Escamillas, que tienen ahora una productora de cine. “Siempre me estaban llamando para sus fotonovelas”.

¿Hugo Hernández Oviedo se realizó?
Me siento realizado, aunque siempre tropiezas con altos y bajos, con gente incomprensible. Me lleno de orgullo con toda esta muestra (su voluminoso álbum). Todo lo que he hecho lo tengo en fotos, lo que hice en México, en España se publicó lo de la fotonovela “Brenda”, participé con Chuno Blandón en el “Nacatamal de Oro”, en los estudios de lo que fue la YNQ en La Habana, hoy Radio Rebelde, bajo la dirección de Alfredo Valessi.

Es parte de mi vida haber conocido a dos grandes artistas: Humberto Cabañas y Aída Cuevas.


"Tal vez los diputados se acuerdan de Hugo Hernández Oviedo"

Mientras entrevistábamos al actor, supe que hacía lo imposible por interpretar a un hombre saludable. Casi lo logró, pero no pudo ocultar el nebulizador, tampoco, guardar esas palabras que seguramente no estaban en el libreto original que había preparado la noche anterior para su encuentro con EL NUEVO DIARIO. En Monseñor Lezcano él mismo, finalmente, revelaba lo que sus facciones tenuemente nos adelantaban: “Estoy muy enfermo”. Una de las grandes glorias del arte escénico nacional urge de la ayuda que como tal requiere. ¿El Estado sabrá actuar ante un nicaragüense de la valía de HHO? ¿O el Concejo Municipal de Managua y su alcalde Nicho Marenco deberán darle el lugar que se merece?
¿El episodio que quisieras borrar de la pizarra de tu vida?
No digo que hayan episodios tristes, son accidentes; los pasa uno con gente incomprensible, que no le conoce a uno y desafortunadamente te menosprecia. Pero entre los hermosos episodios está haber participado en “Milagro en el bosque”, en “Chinfonía Burguesa”, con lo más connotados actores de Nicaragua. Haber sido de los primeros en actuar en el Teatro Nacional Rubén Darío, inaugurado por artistas mexicanos, en vez de nicaragüenses, porque así lo había decidido Hope Portocarrero, entonces esposa de Anastasio Somoza Debayle.

Una efeméride personal es el haber hecho, bajo la dirección de Socorro Bonilla, siete personajes en la obra “Sí quiero”, de Alfonso Pasos, español.

¿Toda esa experiencia se va a perder?, ¿no hay forma de transmitir esa escuela?
Erasmo Alizaga me invitó la Escuela Nacional de Teatro “Pilar Aguirre”, pero como estoy muy enfermo del corazón y del asma entonces decliné, y le agradezco a él.

Con la ONG “Plan Internacional”, por medio de Freddy Rostrán, me contrataron para escribir el documental “Homenaje a la patria”. Hice un casting con niños de los asentamientos. Busqué a los más vivarachos. Luego hice “Homenaje a la patria”.

¿Como querés que se te recuerde?
Como un hombre sencillo y popular, no un ególatra o un súper actor.

¿Cuando viste tu imagen en la pantalla grande, cuál fue tu impresión?
Fue un impacto bien bonito. Pero he tenido como bandera ser amable con toda la gente.

¿Se reconoce en este país el trabajo de un actor?
Creo que no se aprecia, porque desde qué años estoy tratando de llegar a la Asamblea Nacional para que me den una pensión de gracia, y ni siquiera he podido entrar. Ya me siento viejo, creo que no llegaré a vivir más de cinco años.

Se metió un anteproyecto hace cinco años, me dieron 10 mil córdobas. Esto no es algo regular. A través de END ruego a todos los diputados que se acuerden de Hugo Hernández Oviedo. Quizá me autorizan una pensión para estos pocos años que me quedan.

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